¿Cómo se elabora el tabaco para cachimba?
¿Cuáles son los ingredientes que se esconden bajo esta denominación de tabaco de shisha? Para la elaboración de este producto se utilizan tabacos –aunque no siempre como en el caso de otros fumables como las sales y las cremas–, pero también otras sustancias. Veamos cuáles son los secretos de su fabricación.
La fabricación del tabaco para fumar en shisha se realiza de forma parcialmente artesanal principalmente por mano de obra femenina. La mezcla final que se obtiene y se denomina tabaco de shisha está compuesta en un 30-35% de tabaco –el tabaco utilizado para mezclar con la melaza consiste en una selección de diversas hojas de tabaco, en su mayor parte de la variedad Virginia–, la propia melaza de caña de azúcar o de remolacha en aproximadamente un 40%, un 15% de glicerina, otro 5% de aceites aromáticos y finalmente entre un 2% y un 5% de esencias frutales. El proceso de producción suele durar aproximadamente una semana y se inicia con el corte de las hojas de tabaco en copos, retirándosele las “ramas” o venas de la hoja.
Proceso de elaboración del tabaco para cachimba
El primer día se realiza la mezcla del tabaco y la melaza en grandes recipientes, removiéndose diariamente de forma manual con ayuda de palos de madera. Algunos fabricantes dejan reposar la mezcla una semana –las prisas y la calidad no son buenas compañeras– a fin de conseguir que desaparezca cualquier exceso de humedad. Al tercer día de producción se añaden los sabores frutales y aditivos, no dejando de removerse la mezcla manualmente hasta el sexto día, que es cuando se pesa y se envuelve también manualmente con plástico transparente en porciones de 50, 250, 500 ó 1.000 gramos. Al día siguiente se envasa en cajetillas, envases de cristal, de plástico, de latón, etc. Algunos fabricantes, cuando mezclan aromas para encontrar el sabor preciso que se está buscando, hacen diferentes testeos antes de cerrar las cantidades y, después, dejan reposar durante al menos dos semanas más, con los aromas añadidos, para que repose y alcance esa estabilidad que necesita para ofrecer el aroma y el sabor deseado.
Una vez pasado ese plazo, el tabaco se pesa, se envasa herméticamente para garantizar la frescura y la buena conservación para llegar al estanco en las mejores condiciones garantizadas. Es conveniente tener en cuenta que los productos del tabaco –y el tabaco de shisha lo es– tienen regulada su venta en nuestro país, pudiéndose llevar a cabo exclusivamente en estancos. Y también lo es saber que todos los aromas que se utilizan en el tabaco de shisha están autorizados por el Ministerio de Sanidad y tienen su ficha técnica.
Sin embargo, no es fácil alcanzar el sabor preciso que se está buscando y, sobre todo, existe un reto para el fabricante que es el de ofrecer consistencia a sus consumidores: que el tabaco siempre sepa igual, independientemente de cuándo y dónde lo compre. En definitiva, ¿qué busca un fumador de tabaco de shisha? Aroma y sabor fresco, no especialmente a tabaco, sino a frutas, mentolado, exótico, diferente; que el tabaco queme bien y produzca mucho humo, lo que es garantía de más sabor; que la mezcla no esté muy húmeda ni, desde luego, seca, sino que tenga el aceite justo que permita que la combustión sea buena y agradable; y, desde luego, que el sabor sea duradero.