¿Cómo se hace una cazoleta para shisha?
A pesar de que muchas de las cazoletas para cachimba se producen en serie, Golden Hookah apuesta por métodos de elaboración artesanales, desde la construcción hasta la fase de decoración. De este modo cada cazoleta se convierte en una obra única e irrepetible hecha por las manos de expertos artesanos españoles con más de 20 años de trayectoria.
Métodos artesanos para cazoletas únicas
Para conocer el origen de estas cazoletas tenemos que desplazarnos hasta el pequeño taller de alfarería de Francisco. Comenzó a trabajar el barro con 14 años, junto con su padre, oficio que le viene de familia y que dejó de lado con 20 años para volver a retomarlo años más tarde. “Como en el taller no había sitio para los dos porque cada vez había más trabajo, comencé a trabajar en un matadero, y después, cuando falleció mi padre, retomé el negocio de la alfarería”. Elaborar cazoletas para cachimbas forma parte de su proceso de adaptación a los nuevos tiempos: “Yo cuando llegué solamente hacía pucheros, artículos de menaje y ni siquiera cocía el barro. Ahora en cambio me muevo mucho más, tengo mis propios hornos y también esmalto las piezas de barro”.
El secreto de Francisco está en el barro que utiliza, ya que es totalmente natural, extraído de unas canteras cercanas a su localidad. “Antes nos traían la tierra y nosotros hacíamos el barro en el taller, pero ahora me sale mucho más rentable comprarlo y que me lo traigan en bloques”. Asimismo, el barro que utiliza es uno de los mejores de España para trabajar, pero extremadamente sensible cuando se mete en el horno, debido a que es muy sensible a los cambios de temperatura.
Con el bloque de barro en las manos, el primer paso a seguir es mezclarlo para que las capas interiores y exteriores sean uniformes y tengan la misma dureza. Para ello utiliza una máquina con cuchillas, muy similar a las que se usan para hacer la carne picada, en la cual se introduce el barro y sale totalmente mezclado y listo para trabajarse en el torno. Ahora es cuando llega la parte más difícil. Francisco nos cuenta que simplemente para manejar la pella de barro y enderezarla se tardan unos dos meses: “Lo peor de esta profesión es el tiempo que se tarda en aprender, es muy duro. Hacer un cuenco, que es lo primero que se enseña, puede llevarte unos seis meses”. En el caso de Francisco, puede tardar un minuto en dar forma a una cazoleta que posteriormente se deja secar durante cuatro días al aire libre con cuidado de que no le afecte un golpe de calor. Una vez se han secado, las piezas se llevan al horno donde se cuecen durante ocho horas a 1.060 grados, se dejan reposar otras ocho horas y se envían para ser pintadas por otro artesano.
Cómo se pinta una cazoleta
Para pintar las cazoletas, Golden Hookah opta una vez más por los métodos tradicionales. En este caso, cuando Francisco acaba su parte del trabajo, las cazoletas viajan hasta el taller de Adolfo, ubicado en la localidad vecina. Adolfo, al igual que Francisco, es otro artesano que ha dedicado toda su vida a la cerámica, concretamente a pintarla. Para él cada pieza, no sólo cazoletas, sino platos, vasijas y todo aquello que se pueda hacer con cerámica, es un lienzo en blanco donde plasmar un diseño y contar una historia. De hecho muchos de los platos que se pueden ver en su exposición narran pasajes del Quijote, escenas de caza, etc.
Antes de pintar las cazoletas, Adolfo se encarga de revisar si se encuentran en buen estado, y en algunos casos, él mismo las cuece en su propio horno. Tras este paso, nos lleva a una antigua bañera llena de un líquido blanco, esmalte, que remueve y con el que baña una a una y de manera manual cada pieza. Este proceso se denomina esmaltar y es clave, ya que establece una capa sin poros donde la pintura pueda asentarse firmemente. Una vez esmaltadas las cazoletas se dejan secar durante 10 días, y si es invierno durante casi un mes, debido a que la humedad dificulta todo el proceso.
Cuando están secas pasan al estudio de Adolfo, una pequeña sala dentro del taller donde tiene sus pinturas y herramientas para decorar sus obras. “Lo primero que se hace es quitar las impurezas”, y para ello utiliza una cola de conejo, un método sorprendente a la par que efectivo. Con la superficie libre de polvo, toma su pincel, lo introduce dentro de una pintura cerámica sin plomo que al pasar por el horno cambia de color, y comienza a dibujar las líneas y formas que decoran la cazoleta. Para finalizar, deja que la pintura se seque y cuece la pieza durante ocho horas a 980 grados para dar por acabado todo el proceso de elaboración.